W.I.T.C.H., flores de ajo en la izquierda de los 60
/ACTIVISMO Y PERFORMANCE
· Elisa O. ·
Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, . . . Yo, Celestina, tu más conoscida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerça destas bermejas letras, por la sangre de aquella noturna ave con que están scritas, por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen, . . .; vengas sin tardança a obedeçer mi voluntad y en ello te embolvas, . . . Si no lo hazes con presto movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceres tristes y escuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre, y otra y otra vez te conjuro y, assí confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo embuelto. (La Celestina, Auto 3).
La Celestina que abordamos en este número de La Alcaparra es una mujer que ejerce su poder mediante el uso de la palabra. Es una oradora impecable, domina el arte de la retórica para conseguir sus propósitos y, como vemos en este primer fragmento, esto también está presente en sus conjuros. El discurso bien articulado es un discurso afilado que le permite situarse en un plano mágico y oscuro para proyectar sus poderes de hechicera. No es extraño pues que la figura de la bruja haya sido retomada reiteradamente desde el feminismo. Raro es el 8M en el que una pancarta no reza eso de «Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar». La bruja es la mujer del margen, el opuesto de la mujer virginal y bondadosa, madre devota que todo lo da por los demás; se presenta además como una mujer poderosa no por lo que posee, sino por su conocimiento. Y una mujer de acto, invocadora y activa. Este último aspecto es el que llevó a un grupo de mujeres a formar un movimiento político feminista desde la sátira y el humor. De forma involuntaria, llegaron a formar el acrónimo W.I.T.C.H. (‘bruja’) para constituir la Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell). Brotó en los Estados Unidos a finales de los sesenta, extendiéndose desde Nueva York hasta Chicago y Boston, donde tuvieron lugar numerosos actos y comunicados recogidos (y traducidos) en 2006 y reeditados en 2015 por La Felguera Editores (volumen que hemos usado para el presente artículo).
Estas mujeres se sitúan pues en la segunda ola del feminismo (occidental), aunadas con otros movimientos como el de las Red Stockings, feministas radicales que identificaron en la izquierda revolucionaria la falta de una óptica y una práctica realmente crítica con el patriarcado. Hartas de ver cómo sus ideas sólo tenían oyentes cuando las decía un hombre, las mujeres de la izquierda decidieron iniciar su propio movimiento de liberación. A las W.I.T.C.H. pertenecieron activistas ya conocidas por su vínculo con grupos yippie, como Nancy Kurshan, Anita Hoffman, Robin Morgan, Sharon Krebs, o Roz Payne, pero la lista de nombres se alarga (algunas siguen activas y mantienen archivos de fotografía y acciones, como Peggy Dobbins, co-fundadora, Bev Grant, y Jo Freeman). La multiplicidad de militantes es correlativa a la multiplicidad en los nombres que se atribuyeron al acrónimo, que fue variando en cada región y con cada grupo. De W.I.T.CH. surgieron Women’s Infuriated at Taking Care of Hoodlums (‘Mujeres Enfurecidas por el Cuidado de Rufianes’), y más tarde Women Indentured to Traveler’s Corporate Hell (‘Mujeres Contratadas para el Infierno Corporativo del Viajero’); otro grupo de trabajadoras de Bell Telephone se unieron como Women Incensed at Telephone Company Harassment (‘Mujeres Indignadas ante el Hostigamiento de la Compañía Telefónica’), ante los precios desorbitados surgió Women Independent Taxpayers Consumers and Homemakers (‘Mujeres Contribuyentes, Consumidoras y Amas de casa Independientes’), también Women Interested in Toppling Consumption Hollidays (‘Mujeres Interesadas en Destruir las Vacaciones de Consumo’), Women Inspired to Commit Herstory (‘Mujeres Inspiradas para Realizar su Historia’)1 y Women Inner-viewing Their Collective History (‘Mujeres por la Revisión de su Historia Colectiva’).
Como precedente a los estudios que culminarían en 2004 con la publicación de Calibán y la bruja (Silvia Federici),2 las feministas encontraron en las brujas una genealogía de la mujer rebelde y acallada a base de cazas y censura. Releyeron la historia con una óptica distinta. Tal y como empieza su comunicado de presentación, «[l]a historia oculta de la liberación de las mujeres comenzó con brujas y gitanas, porque son las más antiguas guerrilleras y luchadoras de la resistencia, las primeras pro aborto practicantes y distribuidoras de hierbas anticonceptivas» (53). El grupo de W.I.T.C.H. de Chicago en uno de sus manifiestos afirmaba, de forma similar, que «[l]a purga contra la brujería fue la supresión de una cultura alternativa y de una estructura social y económica distinta». Estas sociedades adoraban a una diosa, eran principalmente matriarcales, sin propiedad privada ni matrimonio, por lo que «las mujeres no eran vendidas como posesiones a sus futuros maridos, como lo han sido en la cultura occidental. Así, durante su conversión forzada al cristianismo, las mujeres lucharon para mantener sus derechos y por una religión que las reconociera como parte importante». Identificaron entonces el aspecto social:

Las brujas eran las campesinas y las clases más bajas, las tribus de las colinas y, además, eran mujeres. La bruja local, naturalmente, se convirtió en el chivo expiatorio de la peste. Mientras se desarrollaron las revueltas de campesinos, la «brujería» se convirtió en un grito de guerra para que el resto de la población se armara. Las purgas claramente adquirieron la naturaleza de una lucha de clases. . . . [Las brujas] fueron el centro del movimiento como agitadoras; al igual que las mujeres de hoy en día que tienen que adquirir posiciones de liderazgo relacionado la política radical con la opresión real de la gente, y tratando de conseguir la igualdad verdadera en un movimiento revolucionario. (80-84)
Estas religiones alternativas, con su adoración a diosas del cielo y la luna, de la fertilidad y la lluvia, inspiraron a estas mujeres del siglo pasado para explorar una espiritualidad que afloraba en los grupos de autoconciencia. Se conjugaba así la magia con la política, la performance con el activismo feminista. Si históricamente la espiritualidad había estado ligada a la política, este vínculo ayudaría a las brujas del siglo XX a resistir y finalmente acabar con la opresión sexista. Robin Morgan describe este proceso personal en el que la exploración de lo que significaba ser mujer, fuera de las definiciones patriarcales, pasaba por identificarse como lo que siempre se había considerado la bruja. Se unió a un grupo de mujeres, con la intención de ser «ella misma», y dispuesta a construir la cosmología que creía le hacía falta al movimiento. «Ser una bruja te ayuda muy poco si no tienes conocimiento de lo que te está pasando históricamente como mujer», así que habló a sus compañeras de «las religiones antiguas y quema de brujas y de cómo la Diosa está en todas partes. . . . En el primer sabbat que hicimos, les dije a las seis amigas que vinieron: “Sé lo suficiente para comenzar esto. El resto nos lo tenemos que inventar”».
Los rituales W.I.T.C.H. se enmarcan en una época en la que lo artístico se traía al plano político; las sentadas, una forma de resistencia en concentraciones contra la guerra de Vietnam, se llenaban de canciones, mantras, movimiento. El pacifismo y la violencia confluían en su vertiente performativa: el acto (incluido el propio habla) estaba cargado de significados y poder para cambiar la mentalidad de la gente y la realidad social. En estas proclamas, llamados, y exorcismos, la teatralidad era una parte clave. Vestidas de brujas, las mujeres de este movimiento se presentaban ante la prensa, necesitaban de espectadores. Ante la inutilidad de la simple mímesis (que, sin embargo, también usaban en sus manifiestos de denuncia), la acción aparecía como una fuente de activismo. La afirmación de que «lo personal es político» tenía su aplicación ceremonial: «La rutina de la vida diaria es el teatro de la lucha». Así, en grupos pequeños reunidos en intimidad, pero también en actos públicos, las brujas llamaban a la teatralidad. W.I.T.C.H. quedó definido por sus militantes de Nueva York como «teatro, magia de la revolución, terror, alegría, flores de ajo, hechizos»,
Tus armas son el teatro, la sátira, las explosiones, la magia, las hierbas, la música, los disfraces, las cámaras, las máscaras, los cánticos, las pegatinas, las plantillas y la pintura, las películas, las panderetas, los ladrillos, las escobas, las armas, las muñecas de vudú, los gatos, las velas, las campanillas, la tiza, los trozos de uñas, los cócteles molotov, los círculos venenosos, las mechas, las grabadoras, el incienso y tu propia y hermosa imaginación sin límites. Tu poder procede de tu propio ser como mujer, y se activa al trabajar conjuntamente con tus hermanas. El poder del Grupo es más que la suma de sus miembros individuales, porque es todas juntas. (75-76)
La sátira, los cánticos, las panderetas, elementos pacíficos, se combinan con los ladrillos y combinaciones explosivas, aunque no tenemos constancia de que esto último sucediera. Queda como algo anecdótico, pero también como una clara señal de la teatralidad de sus actos, que frente al Gem Spa de Nueva York, lugar de reunión del grupo de activistas Motherfuckers y más delante de las W.I.T.C.H., inauguraron sus rituales poniendo un círculo en el suelo que era de orégano pero que simulaba ser marihuana. Se inició ahí una de las primeras protestas para apoyar a los «Ocho de Chicago». Ante la vista de unos jóvenes acusados de «actividades antiamericanas», parte de las mujeres del movimiento decidieron aparecer vestidas de brujas y realizar un exorcismo. En Halloween de 1968, se propusieron hechizar Wall Street. Allí, condenaron a los bancos, exorcizaron y «golpearon algunas mentes» cantando una canción de «fabricación casera» titulada «Up Against the Wall Street» (54). Es interesante además el choque social que esto pudo tener cuando ese mismo día el mercado cerró con una caída de 1,5 puntos, y al día siguiente con otra de 5, como apuntan los editores de nuestra colección. En la web de Peggy Dobbins, sin embargo, ella misma admite que identificó las acciones que habían caído e instó a Robin Morgan para que contase a la prensa que esas habían sido las condenadas por W.I.T.C.H.
Como Bev Grant, una de las participantes, apuntó recientemente en una entrevista para la revista Brut, esta aparición causó la estupefacción de la gente que podía ver aquel día a un grupo de mujeres con capas y sombreros de bruja, cantando juntas, intentando derribar el sistema capitalista con conjuros mientras merodeaban por la Bolsa. También fue sonada la protesta por el festival de belleza Miss América de ese mismo año en Boston, como relata Bev Grant en Brut. En un contenedor de basura se tiraron «objetos de opresión» como zapatos de tacón, fajas y sujetadores, y se paseó una marioneta grande mientras se ironizaba la mercantilización de la mujer y se presentaba con sarcasmo a la mujer perfecta. Uno de los comunicados rezaba:
ABAJO LAS CADENAS
LAS CADENAS SOBRE LOS CEREBROS
CONSTREÑIDOS POR
REIVINDICACIONES DE BELLEZA
HECHIZO A LOS JUEGOS DE EGO
DE LOS AMOS
LÍBRANOS DEL
PAQUETE DE SUBASTAS
lleva esta fianza
plancha esta camisa
no lo llames
él te llamará a ti
cierra la boca
no pienses
sonríe para él
él siempre tiene la razón
HECHIZA ESE JUEGO
APRENDE A LUCHAR (99)
Una vez más, la denuncia directa (esa lista titulada «paquete de subastas») se combina con el componente mágico contra los amos. En la Universidad de Chicago, rociaron el Departamento de Sociología con mechones de pelo y uñas por el despido de una profesora feminista radical. Sharon Krebs tuvo una aparición en la Convención del Partido Demócrata en el 68, entrando desnuda con una cabeza de cerdo en una bandeja. Un año más tarde, el movimiento también se hizo notar en la Feria Nupcial de Nueva York en el Madison Square Garden. Allí se invocó a
brujas, gitanas, feministas, estudiantes, nuestras hermanas negras y de Puerto Rico, profesionales, amas de casa, mujeres de la asistencia social. Venid todas las mujeres oprimidas de cualquier edad y estado civil. Venid a la primera y última exhibición de correas de Nueva York.
Traed carteles, escobas, disfraces, conciencia, rabia, pociones de bruja, amor, trajes de novia, panderetas, hechizos, risa, solidaridad y alternativas.
En el mismo comunicado, se consideraba el matrimonio como una «institución deshumanizadora», otra forma de dominación y explotación de las mujeres, que hacía de ellas «objetos de mercado». Como indican las imágenes (que lamentablemente no podemos reproducir aquí), las W.I.T.C.H. irrumpieron en el evento tocadas con velos de papel de periódico.
Es común en estos manifiestos y oraciones, por una parte, el ejercicio de inauguración propia; por otra, una densidad contextual que ata el texto a un lugar, un espacio, y unos personajes específicos. Ambos confluyen en el uso de actos de habla por los cuales se inaugura o se cambia la realidad en la misma declaración. Como forma de activismo, la palabra ayuda a evidenciar, denunciar, y al mismo tiempo promover una alternativa (a menudo mágica). Como explica Jo Freeman en su web, «WITCH was more of an idea-in-action than an organization» (‘WITCH fue una idea puesta en acción antes que una organización’). El mismo hecho de declararte bruja te hacía bruja y convertía el suceso en un ritual. El acto del Gem Spa de Nueva York es un ejemplo de esta referencia a la propia existencia:
TODAS: En el Sagrado y Más poderoso Nombre de W.I.T.C.H., Conspiración Terrorista Internacional de Mujeres del Infierno. Nosotras, Hermanas Burjas del único verdadero Subsuelo, anunciamos nuestra Presencia y comenzamos nuestro hechizo.
SHARON: En el Nombre Sagrado de todas nuestras Hermanas Brujas . . . echamos nuestra magia vengativa sobre los jueces Hu-Wacky que se atreven a realizar una caza de brujas sin brujas reales. Ellos han creado una gran persecución judicial.
ROZ: En este Círculo Liberado nos quitamos nuestra cubierta de invisibilidad. Proclamamos que todos esos hombres «de leyes» son títeres de nuestro juego, ya que Yippie, SDS, y Mobilization son todos manifestaciones de W.I.T.C.H.
ROBIN: Somos las antigua Tierra-Madre que está detrás de todo: grupos pacifistas, la conspiración internacional de estudiantes, la Revolución, todos son nuestros hijos. (46-47)
Tal y como si se tratase de un acto teatral, cada una de las participantes reitera sus anunciaciones, sus acciones y revelaciones, así como su presencia misma. «Maldecimos tu imperio para poder hacerlo caer», dice el hechizo de las Women’s Independent Taxpayers, Consumers, and Homemakers. Invocaciones e imperativos pueblan estos textos y los convierten en actos. El fragmento citado previamente continuaba: «TODAS: ¡O Astarté! ¡O Hécate! ¡O Isis! ¡O Bonnie Parker! Nuestros espíritus en el local del comité no necesitan estos cuerpos para lanzar un hechizo a las dos Cámaras del Congreso», mezclando así diosas y brujas con iconos populares. Los nombres propios son comunes en todos estos comunicados. En «Adiós a Todo Eso», escrito ya en el año 1970 (actualizado en 2016), Robin Morgan señala los nombres de la «falsa Izquierda», sus publicaciones y organismos progresistas, pero aún sexistas: Jerry Rubin, la revista Rat, el periódico contracultural Berkeley Tribe, John Sinclair. Finaliza, además, pidiendo la libertad de las activistas:
Adiós, adiós para siempre, falsa Izquierda, contraizquierda, reflejo en espejo roto de la Pesadilla Americana de la dominación masculina. Las mujeres son la verdadera Izquierda. Nos estamos levantando, poderosas en nuestros cuerpos sucios. Con una locura reluciente en nuestros cerebros inferiores. El pelo salvaje volando, los ojos salvajes mirando fijamente, las voces salvajes hablando con agudeza . . . Esta vez, a fondo.
¡Liberad a Kathleen Cleaver!
¡Liberad a Kim Agnew!
¡Liberad a Anita Hoffman!
¡Liberad a Holly Krassner!
. . . (141)
Bernardine Dohrn, Lois Hart, Donna Malone, Alice Embree, Ruth Ann Miller, Nancy Kurshan, Leni Sinclar, Dinky Forman, Jane Alpert, Gumbo, Sharon Krebs, Bonnie Cohen, Iris Luciano, Judy Lampe, Robin Morgan, Valerie Solanas, «¡Liberad a nuestras hermanas! / ¡Liberadnos a nosotras mismas!» (141-42). Despide y censura, repitiendo el «adiós» al sexismo enraizado dentro de la revolución, y reivindica los nombres de las activistas silenciadas. Sin embargo, los monólogos compartían espacio con la liturgia, con las dinámicas de oración y respuesta:
SHARON: Lurleen Wallace, exbruja que permitió que el racista George la usara…
TODAS: La eliminamos.
ROZ: El miembro del Congreso Poole, que se atrevió a fumar cigarrillos Salem…
TODAS: Lo eliminamos.
ROBIN: El director de este comité, que acaba de perder su elección primaria…
TODAS: Lo eliminamos. (48)
Y la sátira, como adelantábamos antes, se hace obvia en el hechizo por el día de la madre, que reproducimos aquí con el permiso de la editorial La Felguera:
Cada año reservamos
un día muy especial
para recordarte, Querida Mártir,
que el hogar está donde tú estás.
Tu familia quiere agradecerte
tu martirio.
Después de todo, sin ti
no se habría hecho un trabajo verdadero.
Mientras el marido cuenta al mundo
sus maravillas aún por realizar,
tú cocinas sus comidas, limpias su casa
y mantienes caliente su lado de la cama.
Tus hijos son tu reto,
en ellos siembras tus sueños.
Has abandonado tu propia vida
y vives solo por ellos.
Ahora considera a tu hija
¿También será ella esclavizada
a un hombre, a un hogar y a una familia?
Ahora considera a tu hija.
¿También será ella esclavizada
a un hombre, a un hogar y una familia
o aún puede ser salvada?
Este es tu verdadero reto:
¡Renuncia a tu martirio!
Conviértete en una madre liberada,
en una mujer, no en una «mamá». (109-10)
Así, el texto y la acción se entrelazan en cada uno de los rituales de este movimiento, que con el tiempo se fue apagando. Sin embargo, aquí y allá, algunos ecos se han dado. En 2016, las protestas antirracistas en Boston tenían el apoyo de grupos de brujas que en la actualidad también se comunican en redes sociales, como la cuenta de Instagram @witchpdx,3 o la llamada en redes con hechizos para realizar de forma individual. Youtube recoge varios rituales, en uno de ellos un grupo de mujeres intenta proteger al mundo de la maldad de Donald Trump, usan velas y rezos.
La figura de la bruja, esta mujer que conjura con palabras y sustancias, que aterroriza con su aspecto estridente, su fealdad y vejez, su inversión del canon, sigue inspirando de forma internacional a mujeres que conspiran para desarticular el patriarcado y construir una alternativa igualitaria. El activismo feminista sigue a día de hoy hermanado con estas mujeres que en el siglo pasado empezaron a cantar y a espantar a la gente con sus comportamientos poco femeninos y formales. En las manifestaciones se canta y se baila, se grita y abuchea, se realizan rituales de miles de personas que buscan la liberación de la mujer. El movimiento punk le echó en cara a los hippies que su pacifismo no había cambiado nada. Pero las feministas de hoy sólo podemos aplaudir a estas brujas que se atrevieron a hablar y actuar. Y repetir, como ellas, «Pasa la palabra, Hermana».
Notas
1. Traducciones de Inmaculada Hernández para La Felguera (2015).
2. Tal y como aparece en dicho libro, otros estudios precedieron el suyo, entre ellos: The Moon, The Sun, and the Witches (1987), de Irene Silverblatt, y Natural Rebels: A Social History of Barbados (1995) de Hilary Beckles.
3. No obstante, en sus posts parece haber una pérdida del análisis radical de los 60, tal y como se intuye en la terminología regulacionista sobre «trabajo sexual».
AGRADECIMIENTOS a Beverly Grant por la fotografía que nos ha cedido para poder mostrar una milésima parte de lo que ocurrió en aquella época, y una décima de lo que se pudo registrar (Thanks!).