Poema místico

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· Ibn Arabi ·

¡Dios salve al pájaro en la copa del ficus
anunciándome la noticia verdadera!
¡Que al alba partieron mis amados, 
cabalgando en sus monturas! 
Me elevé, con un resplandor en mi corazón, 
avivado por la lejanía. 
Los perseguí en la noche oscura
llamando y siguiendo sus huellas.
Ningún guía, salvo un aliento 
emanado de su amor. 
Ella apartó las cortinas 
y todo alrededor fue claridad de luna. 
Dejando caer mis lágrimas, paré la caravana. 
Y ella: “¿Desde cuándo este río?”
Ellos no pudieron cruzarlo. 
Y yo: “¡Perlas son mis lágrimas! 
¡Que el trueno responda al rayo, 
la nube a la lluvia, 
el corazón al brillo de la sonrisa, 
el derrame de lágrimas a los viajeros lejanos! 
¡O, tú, comparando la suavidad de las dimensiones
a la de las bellas ramas gozosas:
tus metáforas inversas 
serán todavía más exactas!
La suavidad de las ramas es como la de las dimensiones 
y las rosas del jardín como las rosas de las mejillas.

Por Ibn Arabi (Murcia, 1165 – Damasco, 1240)

Ilustración de Rachid Koraïchi
Une anthologie des poésies arabes, París, Thierry Magnier, 2014
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