Las generaciones que vendrán
· Andrés García Gil ·
En 1898, España llegó al fondo de un precipicio por el que caía desde hacía siglos. Sus territorios de ultramar, que en otros tiempos se extendían por medio mundo, se habían visto reducidos durante el siglo XIX a dos islas en el Caribe y dos archipiélagos en el Pacífico. La metrópoli estaba agotada. El siglo había comenzado con una invasión de los franceses, la pérdida de casi todo el imperio de ultramar, la redacción de seis constituciones en setenta años, varias intentonas de golpes de Estado y una efímera república que apenas le dio tiempo a dar unos torpes pasos antes de derrumbarse. Para cuando llegó 1898, España libraba una guerra contra los Estados Unidos cuyo saldo final fue la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas que pasaron a estar bajo la tutela del joven estado norteamericano. En España, las clases intelectuales vieron esto como el culmen de la decadencia en la que había entrado el país desde hacía tiempo. Y fue entre todos estos sucesos, denominados ‘desastre del 98’, de donde surgió una generación de jóvenes artistas que estaban dispuestos a debatir sobre la actualidad, intentar mejorarla y aportar nuevas ideas que ya llevaban tiempo afincadas en el Viejo Continente. Al frente de esta generación de jóvenes se encontraba el ‘Grupo de los Tres’: Pío Baroja, Ramiro de Maeztu y José Martínez Ruiz más conocido como ‘Azorín’. Tras ellos, poetas, novelistas, dramaturgos, pintores y músicos formaron el grupo que conocemos como la ‘generación del 98’.
Es evidente que en 2020 no nos hemos visto envueltos en una guerra colonial decimonónica, pero esta pandemia mundial que vivimos ha hecho que el mundo entero se sacuda como quizá no lo había hecho desde hace mucho tiempo. Si ponemos el foco en nuestro país vemos una población que se encuentra desencantada con la política desde hace años, una crisis económica de la que muchos dudan si llegamos a salir que se encadena con otra producida por un parón económico de meses y una ‘nueva normalidad’ a la que tendremos que acostumbrarnos. Si ampliamos la vista, nos alejamos y contemplamos el escenario internacional, la realidad simplemente asusta. Un mundo cada más globalizado y conectado en el que, sin embargo, cada vez surgen más voces que solo piensan en sí mismas repitiendo sus mantras de ‘yo primero’,America first, Oui à la France, Brasil acima de tudo, Prima gli italiani. Todos los días aparecen nuevas revueltas sociales, algunas veces toleradas y la mayoría de las veces reprimidas con violencia. Un planeta de cuyos recursos hemos abusado hasta la extenuación, ahora se encuentra al borde del colapso climático sin que ninguno de los gobiernos coloque medidas contundentes sobre la mesa. Así, tenemos una realidad que se mueve a una velocidad que apenas nos permite asimilarla y llegamos a hacer de esta vorágine de historia nuestra costumbre.
Y en medio de esta realidad voraz, me pregunto si surgirá como contrapeso una generación brillante como aquella del 98, o como la ‘generación del 50’ formada por artistas que habían crecido durante la Guerra Civil española y la posguerra. Puede que el confinamiento haya agudizado el ingenio de más de uno o incluso alguien haya descubierto un talento oculto, quién sabe.