Hacia donde mira Orfeo
/LITERATURA
· Laura Pache ·
El trasfondo órfico en la Obra de Dino Campana (Marradi, 1885- Castel Pulci, 1932) es evidente: Canti Orfici (1914) supone un antes y un después para las letras italianas, inaugura, al parecer, el malditismo patrio y descubre a la vez a una figura peculiar como lo es este autor. Si bien el título subraya la modernidad del término órfico, se revela a su vez portador de los cantos de Giacomo Leopardi, proponiendo una fuga hacia el secreto arcano de lo mitológico, que apunta al inicio de la poesía moderna.
En 1916 a Giovanni Papini le llega una amenaza explícita tras haberle mandado Campana su original y no haber obtenido respuesta alguna: «si no recibo el manuscrito iré a Florencia con un buen cuchillo y me haré justicia, estéis donde estéis». Esta folletinesca gesta marca de forma sustancial el proceso creativo de los Canti; con ella empezará el autor su gran expedición. Si tres años antes había dejado su (único) ejemplar en la tipografía Vallecchi, donde Papini y Ardengo Soffici ultimaban el nuevo número de la revista literaria Lacerba, nada le haría pensar que tendría que reescribirlo, de memoria, pasado el tiempo, puesto que la vieja y sucia libreta, repleta también de letras de canciones, notas de viajes y antiguas operaciones matemáticas, acabó perdiéndose entre los papeles de Soffici hasta que, sesenta años después, su mujer lo encontrara. Mientras, Campana, con una sorprendente y estrafalaria capacidad de memorizar fragmentos literarios y filosóficos de autores extranjeros (en su idioma original), de una vasta cultura, fue recuperándolo gracias a un trabajo mnemónico extraordinario que acabó dando lugar al que había sido Il più lungo giorno [1] Mario Luzi explica este hallazgo en el artículo titulado «Un eccezionale ritrovamento fra le carte di Soffici. Il quaderno di Dino Campana», Corriere della Sera, 17 de junio de 1971, reproducido … Continue reading, en todos los sentidos. Con todo, Canti Orfici resultó considerablemente mejor que la versión inicial.
«La modernité, c’est le transitoire, le fugitif, le contingent, la moitié de l’art, dont l’autre moitié est l’éternel et l’immuable.» (Baudelaire, 2003: 681).
El mito órfico es retomado por parte de la vanguardia de principios del siglo pasado debido al poder que tiene el canto, la palabra, para bregar entre la vida y la muerte, formando una poética de la evasión. Quizá por eso Campana sentía la necesidad imperiosa de viajar, de irse, de divagar por el mundo, Francia, Suiza, Argentina, Uruguay, Bélgica y siempre su estimada Italia como un seguro retorno. El vagabundeo se convierte en identidad y pesquisa de uno mismo en el panorama europeo de este momento; y no puede dudarse del componente órfico que late en el viaje como experiencia deambulatoria, homóloga a la experiencia poética, casi como si la palabra tuviera cierta capacidad alquímica, el propósito de liberarla. Las formas artísticas se vinculan a mitos y rituales que enfrentan al hombre con las fuerzas naturales, la supervivencia, la enfermedad o la muerte. En ellas se esconde el desencantamiento por la razón y la fascinación por las potencias de la profundidad y del inconsciente, tras el secreto silencio de la realidad. Por eso, la poesía de Campana se convierte en una llamada a la katabasis de Orfeo en plena noche, una manera de aproximarse no solo al mundo y al propio yo, sino sobre todo a la materia poética. El viaje físico e interior del Orfeo moderno se concreta en el intelectual cuya alma vive ajena a la realidad, de lo que emerge una imagen que busca sin consuelo cierta forma de unidad. Y es en este infinito anhelo de plenitud cuando se acerca al eterno retorno nietzscheano. El cometido de la poesía, por tanto, es abrir una ventana a otro mundo para huir de los límites de la sociedad y sus normas, recreando una dimensión auténtica de la existencia.
Me ne vado per le strade
strette oscure e misteriose:
vedo dietro le vetrate
affaciarsi Gemme e Rose
(Campana, 2007: 138)
Y así esta poesía de voces múltiples consigue proyectar la angustia y el dolor del ser humano contemporáneo; interrogar el silencio, cuestionar el néant, para encontrar una salida en el canto y la poesía. La relación entre literatura y vida emerge en dicha experiencia órfica, pues el poeta se coloca como medida de vida y realiza con la propia dedicación a la escritura el sacramento cognoscitivo de la palabra. La literatura salva: «…io ho bisogno di essere stampato: per provarmi che esisto, per scrivere ancora ho bisogno di essere stampato» (Campana, 1985: 55).
La correspondencia con la tradición italiana (Leopardi, Pascoli, d’Annunzio) reverbera en otras redes dialógicas, hasta encontrar en un relato de Antonio Tabucchi, tiempo después, al bueno de Campana. Es sabido que en la poética del pisano se mezclan fragmentos de vida, personajes de Pessoa, Pirandello y otros muchos. En «Vagabundeo», Tabucchi se apropia del poeta órfico [2]Al final puede leerse : «Este cuento es enteramente imaginario. Aunque la figura de Regolo Orlandini es recordada en las confesiones recogidas por el doctor Parini, aquí se utiliza de un modo … Continue reading, en esta estela del paseante, para decirnos, él también, que la escritura, como toda forma de arte, es la demostración de que la vida no basta. En el cuento, Dino Artista viaja con el mercachifle Rogolo hasta Canossa (Reggio Emilia) regalando arte, es su contribución al negocio. Se sube a un tren en Bolonia «empujado por la inquietud del viaje» (Tabucchi, 2018: 132). «Y así, caminando, empezó a acompasar sus pasos con una cancioncilla inventada en aquel momento y que decía: “Me marcho por las calles estrechas, oscuras y misteriosas: veo asomarse tras los cristales a Gemas y Rosas”.» (ib.: 131). El paseo nos remite sin recodos a la figura del flâneur [3]Para una aproximación a su versión femenina, véase Flâneuse: una paseante en París, Nueva York, Tokio, Venecia y Londres, de Lauren Elkin, editado por Malpaso (2016)., de clara resonancia, paradigmática, de la modernidad. Se rechaza en ella la poética de la imitatio porque se mantiene en la frontera de la literariedad, se alimenta y se guía por una conciencia narrativa que escapa de la subjetividad limitadora para revelar la otra cara de la ficción, el tejido ilimitado o infinito al que esta nos aboca. Este personaje es digno de perderse como lo hace Campana, como lo hacen Sebald, Becket, Giacometti, Duchamp o el propio Walser. Todo nos lleva a ese movimiento en el que se esconde lo fugitivo y lo infinito, como ya dijo Baudelaire. El acercamiento desde ese deambular permite transformar la observación de la realidad en escritura; a través del escrutinio del entorno se construyen universos donde todo cabe: belleza, convenciones o absurdo.
De esta suerte, la multiplicidad, el silencio y la literatura quedan entramados en esta mirada que ofrece Orfeo, quien, según Maurice Blanchot, da nacimiento a la poesía. El gesto mismo de la destrucción da paso a la construcción: Eurídice encarna el arte de nuestro héroe, todo lo que desea y todo lo que puede llegar a representar, por eso cuando se gira, la crea, la pierde, la captura y desaparece. La pasión absorbe al artista y lo coloca en un abismo desde donde dialoga con la nada, como amenaza y como estímulo del arte.
Chi le taciturne porte
guarda che la Notte
ha aperte sull’infinito?
(…)
Per l’amor dei poeti, porte
aperte de la Morte
sull’infinito
(Campana, 2007: 126)
Las sombras acogen al poeta a la búsqueda del punto extremo en el que puede germinar el arte, y cuando vuelve a Eurídice consigue apresarla solo en el instante infinito en que de las tinieblas se libera el canto. Siguiendo a Blanchot, es capaz de cualquier cosa salvo mirar al centro de la noche, pero en su movimiento olvida su empresa, necesariamente… La figura de Orfeo encarna la exigencia de autorenovación en la sensibilidad moderna.
…la exigencia última de su movimiento no es que haya obra, sino que alguien se enfrente a ese «punto», capte su esencia allí donde esa esencia aparece, donde es esencial y esencialmente apariencia: en el corazón de la noche. (…) Su error es querer agotar el infinito, poner término a lo interminable, no sostener interminablemente el movimiento de su error. (Blanchot, s.f.)
Empeño que recuerda al de Enrique Vila-Matas por reproducir la Plaza Rovira, «un intento descriptivo que tiende a lo infinito y, por tanto, a todas luces imposible» (20042: 48), el cual acaba frustrado por la inabarcabilidad de la empresa: «no sólo mi tentativa de apuntarlo todo ha fracasado, sino que me he quedado agotado. 13.32 horas: me voy a casa a almorzar» (ib.: 50). Algo que, a su vez, recuerda a aquella cita de Kafka: «Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, fui a nadar».
Parece que escribir empiece con la mirada de un Orfeo que, en el viaje, se reconoce en otros y, así, es capaz de encontrarse en esa mise en abîme que propone el infinito incontestable, el vagabundear por lo múltiple y secreto de la historia literaria.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Charles BAUDELAIRE (2003): Obra poética completa. Ed. de Enrique López Castellón, Madrid, Akal.
Maurice BLANCHOT (1955): L’espace littéraire, París, Gallimard.
___ (s.f.) «La mirada de Orfeo», La vida de los otros [http://www.enriquevilamatas.com/escritores/escrblanchotm1.html]
Dino CAMPANA (1985): Souvenir d’un pendu, Carteggio 1910-1931, a cargo de Gabriel Cacho Millet, Nápoles, Edizioni Scientifiche italiane.
___ (2007): Canti Orfici – Cants Òrfics, Palma de Mallorca, Editorial Moll.
Antonio TABUCCHI (2018): Cuentos, Barcelona, Anagrama.
Enrique VILA-MATAS (20062): El traje de los domingos, Madrid, Huerga&Fierro [1995].
___ (20042): Desde la ciudad nerviosa, Madrid, Alfaguara [2000].
References
↑1 | Mario Luzi explica este hallazgo en el artículo titulado «Un eccezionale ritrovamento fra le carte di Soffici. Il quaderno di Dino Campana», Corriere della Sera, 17 de junio de 1971, reproducido dentro de Pedro Luis Ladrón de Guevara Mellado, Campana dal vivo. Scritti e testimonianze sul poeta, Reggello, FirenzeLibri, 2006, pp. 277-280. |
---|---|
↑2 | Al final puede leerse : «Este cuento es enteramente imaginario. Aunque la figura de Regolo Orlandini es recordada en las confesiones recogidas por el doctor Parini, aquí se utiliza de un modo totalmente arbitrario. Las únicas cosas no imaginarias son los versos de Dino Campana; y también las ciudades, los lugares, la Via Emilia» (Tabucchi, 2018: 133). |
↑3 | Para una aproximación a su versión femenina, véase Flâneuse: una paseante en París, Nueva York, Tokio, Venecia y Londres, de Lauren Elkin, editado por Malpaso (2016). |