Francisco Escudero: de la posible construcción de una república del deseo

/ANEXO

· Biografía, ensamblaje de textos y pensamientos mínimos escritos a cuatro manos por Francisco Escudero y Ferran Destemple ·

Nací en Berja, pueblo de La Alpujarra almeriense, en el año 1973 en una pequeña casa- tienda, que luego sería «La Casilla», así llamada por los amigos y vecinos de la calle. Fue  lugar de encuentros, teatrillos, disfraces, exposiciones y también mi taller de pintura. Me escapé de un colegio de monjas porque una profesora me golpeaba sistemáticamente contra la pizarra, cogiéndome de las orejas. Ese era el castigo por no hacer los deberes. Recuerdo el polvo de la tiza entrar en mis ojos y el borrador caer al suelo. Quizás por eso tengo la cabeza tocada. Sufro de jaquecas hasta el día de hoy. Estuve en un especialista y me rodearon la cabeza de cables. Aún era un niño y algo no iba bien. Me gustaba correr, nada más, solo correr. Otro golpe de pelota, malditas porterías. No sé jugar a nada, solo a la oca.  

Al colegio público llegué tocado, de la cabeza quizás. Decían los profesores que escribía al revés y con faltas, eso siempre. Para las faltas de ortografía solo había que leer mucho, me diría luego el profesor de literatura en el Instituto.  Nunca tuve interés por nada, en leer menos, hasta que apareció el dibujo. Aún no me creo que fuera seleccionado Finalista Nacional en los Premios Dibujo de Nocilla. Tiene gracia la merienda. Así empieza mi falsa historia: hice trampa, calqué una lámina de esas para dibujar, creo que era un atleta lancero. Luego vinieron los premios de la ONCE y allí estaba yo buscado por la profesora, animado a participar. Entonces la pizarra deja de ser una pesadilla y se convierte en un espacio donde dibujar con la tiza. Para empezar Picasso, que era lo más fácil y conocido. Gesto y gracia. En el Instituto las ciencias y mirar por la ventana fueron incompatibles. Deseando siempre que llegaran las noches de verano. Repetir y repetir, hasta que un psicólogo me desbloqueó la cabeza con cálculos matemáticos, el recurso a las reglas mnemotécnicas, dirimir las diferencias conceptuales de un texto y por fin Las Letras. Empiezo a tener interés por la Poesía, la Filosofía y el Arte. Me apadrinan esos profesores y paso a ser conocido como Paco el pintor. No me gusta que me llamen Paco, pero ya por lo menos era alguien.

No me dieron una pizarra, sino un mural y era solicitado para el diseño de carteles. Celebro mis primeras exposiciones. Me compran cuadros. Con ese dinero me emborrachaba en la Feria. Fue una época de  pintar compulsivamente en mi casa, tirado en el suelo. Mis padres cerraron  la tienda  y yo me quedé con todas los botes de pintura  sin vender y el papel de liar el pescado y la carne. Trabajaba sobre papel siempre. Pintura de lata y disolvente. Mi cabeza otra vez. No sé cómo sigo vivo. Aquello era tóxico total y las agujetas dolían. Acababa muy cansado, pero tenía pesadillas divinas. Estampaba y repintaba, una y otra vez. Ahora puedo entender más este proceso, hacia la no pintura. Es decir, yo solo ponía los ingredientes. Cansado, me gustaba ver todo el trabajo sobre el suelo y regalar los papeles pintados, saber que estarían en otro sitio, en un lugar. Por ejemplo, iba a una fiesta de estudiantes en Granada y allí había caras enormes, murales, que solía pintar por aquella época. Caras, sí, pintaba caras de nadie. Era como abrir otra dimensión. Me desespera el realismo: ¿demostrar, qué? Luego será una obsesión, pero abandono pronto. Los bodegones eran tan blancos, tan velados, que el profesor de pintura me decía: parecen pinturas de primera comunión. Mucho antes, suspendo las pruebas de Bellas Artes. En mi familia veían bien lo de las Bellas Artes, porque una de las salidas era la enseñanza. No podía seguir reforzando el dibujo, que —como dije, no era lo mío y me matriculo en Historia del arte, en la Universidad de Granada, hasta licenciarme. Lo mío es gastar pintura y manchar, eso decía  mi madre. Tampoco sabía bailar y me dieron medalla de plata en Break Dance, en la Discoteca de mi pueblo, Teddy Boys. Baile roto parece es la traducción. ¡Qué curioso! ¡Yo bailando! El mismo que se escondía para no hacer deporte en el Instituto. Francisco de Goya también suspendió varias veces. ¿Quién coño me dijo eso? Por supuesto, no sé bailar.

Recuerdo las luces de colores sobre mi cuerpo y la bicicleta Orbea, «la que siempre se estropea».  En Granada, aparte de estudiar, me dedico a pasear, ver cosas: de Pedro Antonio a Ganivet: La Bella Granada, Lorca y el amor brujo… Andaba yo poético, idealista y desesperado, porque estaba de paso y la situación no iba a durar toda la vida. La asignatura de Historia del Arte Contemporáneo, Historia y seminarios de Cine, Fotografía, Ideas estéticas que suponen para mí una visión más amplia de la idea del arte, más allá de la Gioconda: con el expresionismo abstracto, el arte conceptual, los ready-mades. Asistir a un Seminario de arte de acción con Juan Hidalgo supone un giro radical. 

Mucho antes de la Universidad, una retrospectiva de Bruce Nauman, en Madrid, cambió mis sentidos. Creo que fue en un viaje de COU. Leí un artículo sobre el artista estadounidense donde decía algo sobre la «exposición del YO» en el arte.  Me pregunto, después de saber más sobre las artes de acción, ¿cómo algo tan sencillo puede ser Arte? 

No fue fácil regresar al pueblo, dejando atrás la experiencia moderna. La realidad social y rural mata al flaneur urbano. Algunas vecinas decían que había estudiado para pintar cuadros y que debía pintar muy bien, pero en mi casa no veían cuadros y eso era algo raro. Campo y plástico se unen. La pintura deja de ser la cosa icónica que se le suponía y aparece la fotografía. No sobre la idea «estética de la nostalgia» sino del miedo y el disparo. 

Yo llamé «bodegones» a la unión de objetos dispares. Es decir, apareaba objetos como un casco de moto con un libro o un martillo y lo registraba en fotografía o en video. Pero aún no aparecía mi cuerpo entero en la escena. Un tiempo para el salto. Una vez dije que el lienzo, el cuadro se había quedado pequeño para todo lo que yo quería decir y por eso pasé a las acciones de campo, donde empecé arrastrando objetos.  Hay un Divorcio, diría Camus: la acción quiere superar al mundo. Situaciones absurdas que reclaman un lugar privilegiado, en el desierto, en cada imagen o vídeo, a la manera de Proust o las vacuolas de soledad delleuzianas. Espacios necesarios de soledad para decir otras cosas que no se hayan dicho o buscar  Desvíos  (détournement) contra el nomadismo social, desde el juego, fusionando Arte y Vida. 

Me comenta mi amigo y psicoanalista Jorge Cordi Brons que en este proceso (porque he de decir, que estoy hablando de más gracias a él) no intente buscar metáforas para hacer de este texto literatura. Es decir, «matar al pájaro y quedarme con las plumas» o analizar ¿por qué estoy aquí haciendo todo esto?  Quisieron borrarme, dice el amigo Psicoanalista, «a golpe de pizarra»  y esa pizarra es el espacio que yo preciso. Sin entender nada, he pasado por la pizarra, el dibujo, el papel, la tela, el mural, el campo. Diría Asger Jorn: «La Vanguardia no se rinde».

Digo sí, a hacer de la vida cotidiana un arte trasparente.  Digo sí, a Dadá, al Ready-made, a la Antipoesía. Digo sí, a la Resistencia. Acción y Actitud, ese es el compromiso.

De cómo nace el Taller de Poesía Experimental y mi relación con la Biblioteca Municipal de Berja. También enumero las actividades que realizamos y cómo nos las apañamos para hacerlas.

Vago por talleres de escritura creativa, presentación de libros, etc… hasta que decido presentar un proyecto de Taller abierto a la participación de otros artistas plásticos, visuales, músicos o interesados en saber más sobre los procesos artísticos. El Taller de Poesía Experimental y Acciones Poéticas, que actualmente se llama El Taller de POEX, incorpora las artes de acción y el concepto de «Campo Expandido». La página en blanco o la experiencia de la escritura. El Taller desplazado al campo, a la rambla, hacia el detrito. La escritura desplazada de lo literario a lo artístico. Marcel Broodthaers y Vito Acconci, son ejemplos de esta experimentación. El campo, lo rural es la página en blanco, el soporte para otro tipo de escritura.

La poesía experimental tiene la grandeza de acoger a todas las artes y artistas. Todos son bienvenidos al juego de alterar imágenes, textos, sonidos… hacia un uso subversivo, político y crítico del arte. Reinventemos el lenguaje, exaltando al hombre poroso y receptivo. No importa el resultado, sea  texto, imagen o huella, sino el viaje.

El Taller se basa en la idea de laboratorio permanente y en la expansión de la pintura y del texto como acción física. Me gusta la idea de «La República genial» de Robert Filliou, que buscaba ese punto medio entre arte y vida mediante esa «creación permanente». Me gusta el arte pobre. En el taller contamos con pocos recursos, pero eso no nos frena. 

El Taller de POEX es un proyecto artístico-cultural que presento anualmente a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Berja y que se lleva a cabo en la Biblioteca Municipal Miguel de Cervantes, siendo Rocío Domínguez (responsable del centro) la coordinadora de todas las actividades. Este taller involucra a artistas tanto nacionales como internacionales y, fruto de esta actividad, se ha realizado primero, un Festival de Poesía Visual (que va por su 4ª edición) y más tarde, un Archivo que recoge todas estas actividades y que reúne también las donaciones de algunos artistas. La Biblioteca se convierte así, en un Centro de Poesía Visual que  expone piezas  de la Colección y que realiza exposiciones temporales. El Archivo nació a partir de la donación del poeta experimental granadino, Pepe Criado. En su colección personal hallamos libros especializados, catálogos, poemas visuales, revistas ensambladas, fanzines, arte postal, etc… 

Del Taller, como laboratorio y base de operaciones, surgió en el año 2017 el Festival de Poesía Visual. La dirección artística del Festival corre a mi cargo y está coordinada por Rocío Domínguez y su objetivo primordial es sacar la poesía a la calle, involucrar a los Centros Educativos y a las asociaciones culturales del municipio y mostrar otro tipo de escrituras. El  II Festival de Poesía Visual de Berja, fue premiado por la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía, como el mejor proyecto bibliotecario provincial de fomento a la lectura. 

Del Taller de POEX nacen también tres publicaciones relacionadas estrechamente con sus actividades:

  • A-4 Hoja Poética. Una edición gratuita y limitada a 40 ejemplares. Se han publicado ya 52 números. Cada Hoja está dedicada a un creador y contiene cuatro trabajos.
  • El Remiten-T. Revista de Arte Postal que intercambia obras originales entre los  participantes. En cada número participan 10 artistas y salen 12 revistas. También gratuita. Se han publicado ya 14 números. 
  • Cartón: Plástica Poética. Cuaderno gigante y efímero que se presenta en el Festival de Poesía Visual y se quema en los humarrachos de San Tesifón.  Participan varios artistas y el tercero fue el último número.

Aquí hablo del juego y de la vida, y también de los zapatos.

Todo surge del juego, del entorno cotidiano, de la vida que se mueve incesante al lado de uno. Todo surge de parar un momento y observar cómo se desarrollan los acontecimientos, de darle la vuelta a las cosas, de girar todos los calcetines y ver qué se oculta en su interior. En el interior de los calcetines se ocultan sombras, giros, alguna suciedad, metáforas, sentido del humor y ganas de desmitificar todo aquello que está en un pedestal. El pedestal, como dice el poeta, son los zapatos.

En este fragmento trato de mi método de trabajo, del entorno, de las personas, de mis intuiciones y del azar; de cómo, con todo ello, pretendo realizar una escultura social.

Mi método de trabajo es no tener método de trabajo. Sin embargo, trabajo siempre sobre el terreno, en bruto, me tiro de cabeza, no hay a priori, ni teoría… hay zambullidas. El entorno me dicta lo que debo hacer y yo me dejo llevar. El entorno no es solo lo que me rodea materialmente sino que también contiene la realidad social que me circunda. Poco a poco el entorno rural, el entorno donde vivo, toma protagonismo y se convierte en parte necesaria e imprescindible de mis acciones. En ese entorno, en ese ámbito despliego mis ideas, mis intuiciones, mis estados de ánimo, participando el azar (el objetivo y el no objetivo) cuando se le antoja. 

Poco a poco el arte y el entorno circundante se van fusionando: el entorno rural, las lecturas y las personas, junto con los materiales y el azar. A la manera de Beuys, intento construir una escultura social.

El arte, para mí, es parte del proceso de ser artista. Me explico: para descubrirme, realizo experiencias artísticas, que quizá no son obras definitivas sino parte de un proceso en continua mutación, en perpetua transformación. No me importan tanto los resultados como ir creciendo, como ir añadiendo partes a esa escultura social. Este proceso permanente avanza gracias a las intuiciones, a ideas que son emociones, a estados de ánimo, a ayudas, a derivas, a errores…

De mis dudas sobre si fue primero la gallina o el huevo: piensa después, piensa mejor.

Hay obras que primero las haces y luego las piensas, donde el significado lingüístico, conceptual se consolida después del acto. Entonces, ¿qué nos ha impulsado a actuar? Evidentemente, no ha sido el lenguaje (al menos conscientemente) sino, quizá, esa intuición que también es intelectual. Parece un oxímoron: intuición intelectual… ahí lo dejo.

Se trata de buscar situaciones, de que las intuiciones intelectuales provoquen una situación, que inciten a una acción, a una reacción… si hay algo que pensar, lo pensaremos pero después. 

En mis acciones no hay nada que explicar, no explico nada, no quiero decir nada en concreto, estoy ajeno a lo narrativo, no representan nada, simplemente son. Simplemente articulo pequeños flashes a modo de notas, de apuntes que parecen absurdos pero que, como diría Josette Féral «generan sentido».

Aquí trato de cómo o por qué arrastro algunas cosas.

Arrastro los objetos a través del recorrido. Improviso un recorrido para objetos inmóviles, sedentarios. Arrastro sillas o jamones. Arrastro las piedras (que ya no lo son) de Sísifo. Arrastro las culpas, las propias y las ajenas, incluso las ignoradas. Arrastro la propia biografía simbolizada por objetos cotidianos, hogareños. Arrastro mi propio ego. Arrastro la memoria y el pesado pasado.

El trayecto, el camino o la huella de mi paso me transforma en nómada, en un nómada provisional. Este movimiento es una alegoría, una imagen para aquello que todavía no tiene imagen, una idea para aquello que todavía no la tiene. Muta el movimiento en tiempo, en transcurrir, en transformación…

Más cosas sobre el objeto.

Los objetos que utilizo son objetos cotidianos, banales, algunas veces son objetos encontrados, otras industriales. Tienen el poder de establecer conexiones con historias personales, con creencias o tradiciones, con algún aspecto social que me interesa. El objeto no es solo un punto de partida, se convierte también en una prótesis de mi propio cuerpo. Los objetos son detonantes, son un principio motor de la acción poética. Como decía Robert Filliou en sus escritos sobre arte: «es el material el que me da la idea… un material simple, común, cualquiera». 

Me intereso por el objeto, por su tridimensionalidad, por su aspecto simbólico. El objeto descontextualizado se resignifica a través de mi subjetividad. En la acción adquiere otro sentido, otro lugar, otra utilidad, resulta nuevo, sorprendente.

Del cuerpo del artista.

El cuerpo del artista, en mi caso, es como un proyecto incipiente, una pieza incompleta que necesita del objeto y del entorno para completarse. Es una máquina deseante que necesita la interrupción de algunas posibilidades para adquirir sentido.

Mi cuerpo busca incesantemente conexiones, y se conecta a todo buscando la pieza complementaria. No existe un esquema detallado a priori. En el hacer encuentra sus prótesis y con ellas su entidad. Se establece entonces, necesariamente, una estrecha e íntima relación entre sujeto, objeto y espacio, entre las conexiones que han sobrevivido a las posibilidades. El espacio se convierte, inevitablemente, en un material a explorar a utilizar. En ningún caso es un vacío.

De la escritura como impulso vital, como dibujo abstracto, sin contenido semántico. Escribo como si de una acción se tratara.

Si lo pienso bien, mis acciones no son sino escritura no lingüística, no dejan de ser gestos arrebatados, una danza quizá. Mis acciones no aspiran a ser un reflejo de la realidad, una mímesis (ni siquiera inconsciente) de la realidad. Mis acciones desean y necesitan afirmarse por sí mismas, materializarse y objetivarse. Tiene volumen y peso, color y tono, espacio y tiempo, gesto y silencios. 

Estas propiedades también las observo en mis dibujos y en mi escritura. Creo que actualmente se han fundido y se han convertido en objetos concretos, con peso y volumen, color y tono, gesto y silencios, espacio y tiempo. Tanto los unos como la otra son una búsqueda de dislocación de sus lenguajes, un rechazo al verbo fosilizado, una materialización del presente de indicativo, un puro decir sin significar. Para eliminar el significado no he encontrado, de momento, otro sistema que el de emplear significantes descompuestos, fragmentados, apenas reconocibles, utilizando métodos, no de reproducción, sino de producción.

Algunas de mis obras perduran, otras desaparecen rápidamente. El testimonio de su efímera existencia suele ser una manifestación fotográfica.

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