Feminismo de tweet
/ABUCHEO
El feminismo no puede articularse sobre el discurso de la libre elección, pero no es fácil explicarlo en cinco minutos. Y en un minuto —el tiempo de la tele o de un tuit— sí hay tiempo y espacio para afirmar con vehemencia «lo he elegido yo y punto, ¿quién te crees que eres para decir que mi elección no es libre?». Sobran casi 50 segundos.
(Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección, Ana de Miguel)
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del feminismo radical. Y de la teoría queer. Y del transactivismo. Y lo que recorre también Europa, y a decir verdad todo el «mundo occidental,» es la falta del diálogo y el debate informado entre los tres en las calles y las redes. Murió hace unas décadas. Decía la divulgadora Lola Lúpez ante un mensaje de indignación que le habían dejado en un post de Instagram, «¿Fuentes? Las de la plaza. ¿Argumentos? Las mayúsculas». Y es que este fantasma del diálogo informado y calmado fue asesinado a base de tweets y post de escasas palabras, a base de mayúsculas, insultos y simplismos para intentar convencer o invalidar la posición de la otra persona. Y es que en un tweet poco puede caber que tenga profundidad salvo una frase contundente que para entender y poder debatir necesitaría de mayor espacio y lectura pausada —y consecuentemente, de la voluntad de la gente para leer.
Nos estamos peleando fatal. Es verdad que es difícil cambiar tu modo de pensar por el simple hecho de escuchar lo que la otra persona te está diciendo. Afortunadamente. Pero desde La Alcaparra os invitamos a dar un paso más, a intentar entender por qué la otra persona piensa como piensa, qué vivencias y qué discursos informan su postura. No porque así vayamos a ser más rápidas en encontrar incongruencias, sino porque sólo de ese modo lograremos comprender que la otra persona tiene motivos tan complejos como —y distintos a— los nuestros para tomar la postura contraria.
Es decir: debatamos. Escuchemos. Intentemos encontrar consensos dentro de las diferencias. Dice Rozalén que el feminismo es el movimiento del amor, y que por eso avanza de forma lenta. Más que cimentado en el amor, el feminismo es una posición política de siglos, con una complejidad que no sólo surge de las diferentes formas o ramas que han brotado por el camino, sino porque detrás de cada acto y reivindicación hay todo un mapa conceptual cuya función es articularlos en agendas posibles, reales. El consenso no llegará si no se conocen las premisas del otro lado. Debemos entretejer un espacio de entendimiento común, desde el respeto y el diálogo, y con fuentes que no sean las de la plaza del pueblo (o de twitter, que es casi lo mismo).
Y ese tejido nos llevará tiempo. No nos servirá con quedarnos en las consignas de pocos caracteres, en la mofa fácil, en la burla por lo que el otro no sabe o ignora, o en lo que Vox o Podemos ha retuiteado. La Cadena Ser ha dedicado 15 minutos a un debate que debería llevar horas, que no cabe en el simplismo forzado de los formatos en los que ahora nos movemos diariamente. Chicas, necesitamos leer feminismo en libros, escuchar en charlas, extender nuestros argumentos. Coartar como coartamos diariamente nuestros discursos solo limita nuestro pensamiento. Es increíble que un medio que se dice feminista, como Píkara, afirme que el feminismo radical se opone a que las personas vivan libres de violencia y que está en contra de las identidades. No es sino una clara señal de que no se ha escuchado ni leído al otro de verdad. Y es cierto, el pensamiento neoliberal e individualista subyace en la óptica queer, pero mucha de la gente que se siente en línea con el «movimiento» al mismo tiempo rechaza la prostitución y la explotación reproductiva. Quizás porque no han profundizado en sus postulados, o quizás porque incluso habiéndolo hecho hay aspectos en los que disienten.
Para avanzar hace falta que nos sentemos. Primero a leer, a pensar, luego a hablar. Porque en algo estaremos todas de acuerdo: y es que si no llegamos a consensos, las decisiones las tomarán otros. Esos para los que el feminismo es innecesario a estas alturas, o para los que el patriarcado es una invención.