César Vallejo y Franz Kafka: Una posibilidad epistolar
/NARRATIVA
· Xenia Guerra ·
Un encuentro pudo haber tenido lugar en Alemania entre César Vallejo y Franz Kafka. Ambos visitaron Berlín y es posible imaginarse una reunión donde conversan, cada uno como maestro de su lengua. Una plática donde Vallejo pone en evidencia sus necesidades económicas para sobrevivir en Europa. Ante esa confidencia Kafka no sale ileso, intenta ayudarlo desde su condición humana, pero, sobre todo, por la impresión que aquel hombre moreno ha dejado en él con su palabra. En los siguientes tres párrafos está la respuesta que Franz Kafka envía al lugar donde se hospeda César Vallejo. Una posible contestación después de leer algunos poemas de Trilce que el poeta peruano ha traducido para Kafka.
Berlín, 10 de octubre de 1923
Querido César,
He recibido los fragmentos traducidos de Trilce, entiendo que, como me ha
dicho usted en la carta: “hay en la traducción un juego de espejos fantasmagórico
que lo refleja como un hombre en dos imágenes, un hombre que mira su tormento
físico en la escritura”. Esa descripción me exige estar agradecido por recibir el
resto de la obra en su lengua original. Aunque no me propongo estudiar español
por una inevitable falta de tiempo, he de conservar su libro como el lenguaje puro
que se comunica en usted.
No me siento inconforme, pues, en los versos que puedo leer en alemán
percibo la aventura del poeta que sabe más del juego infantil que del juego
intelectual, este último siempre asomándose pretencioso en sus artificios. El
poema XXIV lo he leído con el gozo de un espectador de la justicia. En un mismo
sepulcro sagrado lloran y ríen las marías. La sugerencia de retirarse con la risa de
la comedia es el gesto moderno del tiempo. El presente ha usado la tradición para
hacerse evidente en ella. Es un gesto que urge cuando la tradición usada es
religiosa. En esa forma del lenguaje me siento su compañero, mi querido César.
De un niño a otro, déjeme decirle que su poesía es una voltereta, no persigue la
explicación ni la representación, sus palabras exponen la verdad; no la que quiere
saber el periodista o el historiador, sino la que usualmente ellos y la gran mayoría tratan
de ocultar a pesar de ser la base de toda verdad: un vacío que
no puede ser llenado con explicaciones, solo mostrado para poner en juego los
fundamentos inamovibles de lo verdadero, creados para que un niño que juega
como usted, los sacuda. La verdad que pretende ser inquebrantable en los hechos
insiste en mantenerse sólida en el temblor del lenguaje. Hablo de eso que también
expone en el poema XIV. Las marías se ríen pisoteando el cliché, esa forma sin
tiempo de la verdad y parasitaria de la religión.
Me complace confirmar en su trabajo que la lengua es la puerta que se abre y
se cierra continuamente en un umbral sin murallas, aunque algunas veces un frío
poder busque calentarse quemando su madera. Por ahora, tenga presente que ya
han sido informados los editores sobre su solicitud de trabajo, en cuanto tenga
respuestas le escribiré sin retraso.
Me despido satisfecho, sabiendo, gracias a usted que
Tengo fe en qué soy,
y en que he sido menos.
Suyo,
Franz.
Xenia Guerra
Profesora del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Los Andes en Venezuela.